martes, octubre 09, 2012

Guardia de literatura: "El Asedio" de Arturo Pérez-Reverte



¿Novela de detectives? ¿Bélica? ¿De mar? ¿De…? ¡¿Qué c… es esta novela?! Solo sé que, sin duda, es la peor obra que he leído de puño y letra de Arturo Pérez Reverte y eso que el tío es bueno de narices escribiendo.

En cerca de una docena de ocasiones estuve más que dispuesto, no ha dejarla abandonada en el fondo de la librería, sino a crear con ella una nueva modalidad olímpica de lanzamiento. Para los últimos capítulos, ya tuve que hacer horas extras para tragármela con dificultad. Para terminarla de una puñetera vez.

Cuando se pasea Pepe Lobo y su buque corsario Culebra, o Simón Desfosseux con sus queridos cañones, genial, pero cuando asoma el aborrecible comisario Tizón, y no digamos ya con la estirada Lolita Palma… ¡Buah! Cuando sale esta tía ya es momento de temblar, porque comenzaba una nueva parrafada con datos descriptivos que, más que describir, están para rellenar hueco, por que sobran, aburren. Odioso.

La obra, que de “ambiciosa” lo tiene en tamaño, con solo la mitad le llegaba y hasta me paso. Es un desbarajuste total porque, al final, ¿qué cuenta? Desfosseux no termina siendo más que una comparsa que en nada ayuda, a pesar de ocupar sus buenas páginas. La teoría final sobre el modus operandi del asesino en serie y la trampa son, cada cual, menos insostenible y absurda. ¿De verdad que se dedica a matar chicas vírgenes, con predisposición sobre el lugar donde caen las bombas francesas y, luego, de repente, se vuelve adivino, se adelanta a las propias bombas, y le importa un bledo que le pongan de cebo a una fulana? Encima, se ve a leguas que el taxidermista no tiene nada que ver con los crímenes, y se dan un montón de pistas indicando que el asesino es cierto amigo del comisario; ¡pero resulta ser que el sádico homicida es un personaje de tercera que aparece en un par de páginas de las 800 con que cuenta la novela!

Aunque sea regresar a lo ya expuesto, en ocasiones gritaba interiormente “¡que sí, que sí! Que ya me he enterado que es la criada de Lolita Palma; me la has descrito hace dos páginas. No hace falta que me lo digas de nuevo. Que sí, muy bien que hasta me digas de qué está hecho el crucifijo de la habitación de la madre de Lolita.” No me parece una novela maravillosa ni comparto las reseñas que decoran la contraportada como medallas.  Reseñas aduladoras, no es más que eso, por que más me parece una novela fruto de un encargo cualquiera o por cumplir un no deseado compromiso. Se ha acabado yéndose de las manos del autor. Nunca ha sabido mantenerse en los márgenes. No ha hecho más que desbordarse continuamente, incomodando al lector, que encuentra un final bastante flojo y mil veces visto, aunque bien rociado de sangre.

Si se hubiera centrado en las desventuras del capitán de artillería gabacho en el asedio de Cádiz o en las aventuras del comandante de la Culebra habría creado un novelón, aunque permitiera la entrada en escena de la Palma (joé, qué perra he cogido con ella (más bien con los momentos en los que aparecía)).

Me ha desquiciado su lectura.

Aunque se aprecien las notas de Pérez Reverte, es una novela larga y hueca, con unas historias que, al final, carecen de interés real.

¿Habré sido demasiado duro? No lo sé. Sólo sincero, que al final es lo que cuenta.
 

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