jueves, septiembre 18, 2008

18 de Septiembre de 2008

ROCÍO PITA PARADA > FERROL

Exactamente 150 años después de que lo hiciese la reina Isabel II, su descendiente, Juan Carlos I realizó ayer su primera visita institucional al Cuartel de Dolores. En el Tercio Norte lo aguardaban medio millar de infantes de Marina procedentes de todas las unidades que componen la Fuerza de Protección de la Armada. Ante él escenificaron un simulacro de rescate de un piloto abatido que el Rey siguió con atención. El monarca destacó la profesionalidad de los militares y la presencia en escenarios alejados. Entre ellos destaca su participación en la misión internacional en Bosnia, en el caso del “Playa de Bakio” pero también en campañas nacionales como la actual operación contraincendios “Centinela Gallego”.

El Rey acudía a Ferrol apenas medio año después de su última visita. Ataviado con el uniforme de trabajo de la Armada, Don Juan Carlos llegaba al Cuartel de Dolores hacia las doce y cuarto del mediodía, con un ligero retraso sobre la hora esperada, procedente de A Coruña, donde aterrizó el avión que lo trasladó a Galicia y que tomó dos horas y media después para regresar a Madrid. A su llegada era recibido por el almirante jefe del Estado Mayor de la Armada (Ajema), Manuel Rebollo García, que se estrenaba en Ferrol, y ambos pasaban revista a la fuerza formada en el patio central. Allí se encontraban casi 500 militares, la práctica totalidad de la dotación del Tercio Norte y una representación de todos los componentes de la Fuerza de Protección de la Armada (Fupro): el Tercio Sur (con base en San Fernando), el Tercio de Levante (Cartagena), la agrupación de Madrid y la Unidad de Seguridad de Canarias. En total suman 1.634 efectivos -el 10% mujeres- y de los que casi 300 pertenecen al Tercio Norte.

Se trataba de que el Rey conociese las misiones y capacidades operativas de esta fuerza de Infantería de Marina, dentro su programa como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. Don Juan Carlos lucía en sus hombros las divisas que lo acreditan como capitán general de los Ejércitos, y en el pecho, su etiqueta identificativa: “Borbón”. Así, con cazadora y pantalón azul marino y camisa blanca sin corbata, sin distinciones ni medallas, tal y como estipula el uniforme de trabajo modalidad “C” de la Armada, el Rey presidió frente al cuartel el desfile de la fuerza. Allí recibía los gritos de “¡España! ¡España!” de un grupo de niños congregados fuera del recinto militar, y también los de los miembros de la plataforma de apoyo al cabo Gago. A continuación, se desplazó a la sala de banderas, donde asistió a un resumen del contenido del ejercicio que observaría a continuación, consistente en la recreación de la liberación de un piloto abatido y secuestrado por fuerzas insurgentes.

La Fuerza de Protección tiene como cometido principal proporcionar seguridad a las instalaciones y dependencias de la Armada y a su personal y buques. Así, equipos de infantes de Marina embarcan cuando los barcos salen a navegar.

Misiones > Así lo hizo un equipo especial del Tercio Norte, cuando la F-104 intervino en el caso del “Playa de Bakio”. No es su única misión. Actualmente un pelotón del Tercio Norte forma parte de la sección de la Fuerza de Protección que está desplegada en la Operación “Althea”, la fuerza multinacional desplazada a Bosnia, actualmente liderada por España y, en concreto, por la Armada.

Además, este año los miembros de la Fuerza de Protección intervinieron en el operativo de seguridad especial previo a las pasadas elecciones, con vigilancia a infraestructuras críticas como las líneas del AVE, centrales nucleares, refinerías, plantas de gas, etc. También se desplazaron a Zaragoza con motivo de la Exposición Universal, clausurada el fin de semana.

Además, hasta el día 30 continúa activa la operación “Centinela gallego”, en la que toma parte directamente el Tercio Norte con cinco patrullas -de tres miembros cada una- que realizan una misión de disuasión y vigilancia contra los incendios forestales, según explicó el comandante Pedro Pérez Dueñas, jefe de Operaciones de la agrupación ferrolana.

R.P.P. > FERROL

La parte más espectacular de la visita real corrió a cargo de los infantes de Marina del Tercio Norte. Una treintena de efectivos participaron en una “exhibición dinámica”, un simulacro de apenas cinco minutos en el que se recreó la liberación de un piloto abatido y secuestrado por el enemigo.

Cinco minutos bastaron para desplegar ante el Rey las mejores capacidades de los efectivos del Tercio Norte. La unidad ferrolana fue elegida para acoger la demostración como “modelo” de la Fuerza de Proteccción y sus miembros estuvieron a la altura. Literalmente, ya que en la recreación del rescate de un rehén caído en manos de una fuerza insurgente debieron “infiltrarse” en terreno enemigo saltando en rápel desde la parte más alta del cuartel.

En una parte del patio, el “enemigo” había armado su infraestructura -una gran tienda de campaña- donde mantenía retenido al piloto secuestrado. Un francotirador abrió fuego y neutralizó a uno de los centinelas, que posibilitó el rápido descenso de cinco efectivos, que, junto a la acción de uno de los perros de la Unidad Cinológica, consiguieron reducir a otros insurgentes. Pero el enemigo se resistía. Tras rescatar al piloto, botes de humo y ráfagas de fuego -que dejaron el patio sembrado de casquillos- consiguieron esquivar los disparos de un francotirador enemigo. Al mismo tiempo, tres vehículos entraban a toda velocidad en el cuartel, un elemento de apoyo que sirvió para retirar a la fuerza infiltrada y al rescatado. El Tercio Norte finalizó así su aventura sin ninguna baja y con un total éxito. Para ratificarlo un infante sobrevoló los 85 metros de largo del patio del Cuartel de Dolores en tirolina desplegando en su trayecto, a modo de capa, la bandera española.

El Rey mostró su habitual “satisfacción” por el ejercicio y la “profesionalidad” de sus protagonistas. “Me gustó mucho”, aseguró al término del simulacro.

Si bien en esta ocasión se puso especial énfasis y se introdujo alguna innovación, esta demostración de rescate en el Tercio Norte ya se pudo ver en ocasiones especiales anteriores, como el aniversario del Tercio Norte.

REPORTAJE DE ROCÍO PITA PARADA

El estricto protocolo militar que imperó durante el desarrollo del acto institucional en el Tercio Norte desapareció a su término, cuando se rompieron filas y el Rey asistió al tradicional brindis con los participantes en la exhibición. El Ajema brindó por “el primer infante de Marina y el primer marinero” y el monarca demostró ser uno más. La copa servida en uno de los salones del Cuartel de Dolores dejó ver, una vez más, el Don Juan Carlos más cercano y accesible, que fue mesa por mesa saludando a todos los participantes y no rehuyó ni siquiera las preguntas más indiscretas de la prensa, desde el Buque de Proyección Estratégica hasta... Jaime Peñafiel.

“Cuidado Majestad, que está en la mesa de la prensa”, advertía uno de los asesores del Rey conforme se acercaba al lugar donde le esperaban los periodistas. De poco sirvió el consejo. “Es la mejor de todas”, espetó, para regocijo del gremio. Y lo demostró dedicando más tiempo, risas y paciencia que a ninguna otra. Quizá en previsión de una nueva demostración de su proverbial campechanía, cámaras, grabadoras y hasta bolígrafos y libretas habían quedado fuera de la sala. Y por decreto real esta vez también quedó derogado el “off the record”. “Podéis escribir lo que queráis”, autorizó el Rey, en un gesto inusual en este tipo de encuentros.

Y eso que la conversación empezaba con timidez. “¿Aprovechará para ir a ver en Navantia el buque que lleva su nombre?” [el LHD “Juan Carlos I”, botado ante el propio monarca hace seis meses]. Y el Rey detallaba su agenda del día para explicar que no le era posible. “¿Pero estará para su entrega?”, le insistían. “¡Para eso todavía falta más de un año!”, exclamó demostrando su conocimiento de la evolución de un buque que calificó de “magnífico” y que fue objeto de los comentarios más desenfadados del Rey. Le recordaron que la Princesa de Asturias es actualmente la única integrante de la Familia Real que no tiene un buque militar con su nombre. “¿Para cuándo, Majestad?”. “¿Tanta prisa tenéis? ¡Yo esperé 30 años para tenerlo y soy el Rey!”, espetó entre sorprendido y divertido y recordando que ascendió al trono el 22 de noviembre de 1975. “No se quejará -lo consolaba otra periodista-. Le han dado el más grande de la Armada...”. “¡Pues no me iban a dar el más pequeño!”, rebatió el monarca entre las carcajadas generalizadas, a las que respondió medio bromeando con que hasta había tenido que pedirlo.

“Llegará con el tiempo, y seguramente también habrá uno con el nombre que lleve el nombre de Infanta Leonor, otro Infanta Sofía... No está la situación para encargar ahora más barcos”, sentenció, pese a que en las gradas de Navantia Ferrol crece no sólo el LHD sino también la F-105 y la Armada aguarda todavía una sexta F-100.

En esta línea transcurrió el resto de una conversación que se prolongó casi un cuarto de hora y en la que hubo tiempo y ocasión para preguntar casi por todo. También por Ferrol, ciudad que visitaba por segunda vez en seis meses y que en octubre lo hará también la Reina para entregar las banderas a las escuelas de la Armada en la ciudad. “¡Ah! Pues no sé”, dijo el Rey. “Es que no conozco la agenda de la Reina”, se excusó alegando que apenas sabe lo que programa la suya. Don Juan Carlos se mostró encantado de estar en una ciudad que “me gusta mucho”, aseguró degustando un pincho. Y también el Cuartel de Dolores: “Es el más bonito de toda España. Y el más antiguo”, añadió. Y aunque no era la primera vez que asistía a una exhibición como la de ayer aunque “de otro tipo”, matizó, el simulacro también le llamó la atención y, de hecho, quiso felicitar a todos sus participantes, mesa por mesa.

El monarca introdujo incluso el debate acerca del periodismo y su tratamiento en España. “En Estados Unidos hay que demostrar que lo que se escribe es cierto, y aquí es al revés, hay que demostrar que lo que se escribe es mentira”, declaró. “¿Pero se siente maltratado por la prensa?”, quiso saber entonces otra periodista. “Sólo es un comentario”, arguyó. “Escribís lo que queréis”, pluralizó, aunque aseguró que “yo no lo leo”. En cualquier caso, apuntilló otro periodista, “le tratamos mejor que Jaime Peñafiel...”. Expectación máxima y respuesta inmediata: “Yo no digo nada”, dijo riendo mientras pegaba una amigable colleja al osado compañero.

Tocaba momento actualidad, así que, de perdidos... “¿Están preocupados por el ataque con un cóctel-molotov a la vivienda de la Infanta Cristina?”. “Estáis vosotros más preocupados”, repuso.

Mesa por mesa > Así terminaba la improvisada e imprevisible “rueda de prensa” en que se convirtió el saludo del Rey. El recorrido por las mesas continuó un rato más y finalmente la presencia del monarca en el Tercio se prolongó durante más de dos horas -una dedicada al acto militar y otra, al social-, en las que aprovechó para degustar con especial fruición unos “chicharrones” de la tierra, lo primero a lo que echó mano del aperitivo servido en unas mesas en las que hasta los claveles rojos y amarillos de los centros florales evocaban la patria.

Mientras el Rey realizaba su “gira”, el resto de autoridades analizaba, en corrillos, la visita del monarca en la mesa principal, que compartían el Ajema, el general Chicharro, el almirante del Arsenal, el del Mando de Acción Marítima, mientras al lado otro grupo, encabezado por Emilio Pérez Touriño, y del que formaban parte también la presidenta del Parlamento e Irisarri analizaban, presumiblemente, otros temas de contenido bien diferente.

Y a la salida, nuevo guiño real a los medios de comunicación. Y es que, a pesar de sostener que no lee la prensa, a Don Juan Carlos preocupación por ella no le falta: “Espero ver algo bueno escrito mañana”.


1 comentario:

The Darkness Joe dijo...

He tenido algún conocido en el ejercito y siempre han hablado maravillas tanto técnicas como en capital humano de la Infantería de Marina española por lo que debió de ser un gran espectaculo dicha exhibición.

Un saludo navegante.