viernes, marzo 14, 2008

14 de Marzo de 2008

DIARIO DE FERROL

Exponav, el astillero del conocimiento naval
Pasada la vorágine de la inauguración Herrerías presenta un aspecto totalmente distinto. Y lleno de contenidos imposibles de ver durante la multitudinaria comitiva. La Exposición Permanente de la Construcción Naval (Exponav) es una gran caja de sorpresas, una chistera de la que disfrutarán niños y mayores por su espectacularidad pero también por su carácter divulgativo y sus posibilidades de interacción. En el nuevo museo los visitantes podrán desde comparar su peso con el de un ancla hasta comprobar cómo se arquea un buque por el efecto del oleaje, teledirigir pequeños barcos en una piscina o visualizar cómo es la vida a bordo actual en una fragata.

REPORTAJE DE ROCíO PITA PARADA

Entrar en Herrerías es retroceder tres siglos en la historia del mar. Una gran cuaderna maestra reproducida por los organizadores de Exponav a partir de los planos del siglo XVIII dan la bienvenida como pórtico del paraíso para los amantes de los barcos. A su alrededor cientos y cientos de piezas, tantas que ni siquiera su alma máter, el gerente de la Fundación gestora, el almirante José Castro Luaces, es capaz de cuantificarlas. Ni de tasarlas. En un momento de la larga trayectoria de la muestra se cifró el valor de su contenido en 3,5 millones de euros, aunque la continua aportación de nuevos fondos probablemente habrán elevado esta estimación.

Pero lo verdaderamente importante es su valor inmaterial, aquel que supone la transmisión de ciencia y tradición y convierten a Exponav en el gran astillero del conocimiento naval. Un saber que está adaptado para todos los niveles del aprendizaje, desde lo más básico. Qué es un barco no es tan sencillo de explicar como parece. Es la primera incógnita que se intenta desvelar en esta muestra, antes de avanzar por la evolución de su tipología y construcción. Desde los astilleros de ribera hasta el de Astano o Puerto Real se muestran asentamientos intermedios como el de Guarnizo (Cantabria), que durante los siglos XVI al XVII fue de los más importantes -y que en Exponav se exhibe de forma fidedigna a escala 1:200-. Unos metros más adelante, las herramientas con que se construían los barcos, grúas y máquinas alternativas, y a su lado, los restos de la fragata "Magdalena" (1773-1810) que hasta esta muestra se exponían en el Museo Naval. Ahora se han incorporado a la colección, disponiendo los vestigios de la roda y la proa y de la popa y el codaste en un panel que reproduce la que sería su posición original.

Una sección de un bote de nueve metros real, un "polbeiro" típico de las Rías Baixas dejan paso a la sala de Gálibos, donde se alinean escuadras, moldes de chapas de acero, útiles de dibujo y una pequeña joya: una antigua caja de compases.

El recorrido continúa frente a un grupo escultórico con embarcaciones del Canal Hidrográfico de Experiencias del Pardo (Cehipar), que le aporta verticalidad a una muestra que termina, de momento, con un grupo de máquinas de propulsión y calderas. Por el medio, varias salas de proyección y TFT que explican ininterrumpidamente las diferentes secciones.

Hasta el momento se han montado el 80% de los fondos, que serán los que puedan contemplar los visitantes cuando la próxima semana, como aguarda la Armada, abra sus puertas al público. Mientras tanto, se trabaja en la planta superior, llena ya de nuevos contenidos deseosos de salir a la luz.

En una muestra como ésta, hasta el mostrador de recepción situado a la entrada tiene forma de proa. Y en su costado, un libro de matrícula muy especial: FE 100308, la fecha en la que Exponav, por fin, ha hecho historia.


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