miércoles, octubre 24, 2007

La casa dorada de Samarkanda

Autor: Hugo Pratt.

Publicada por primera vez en la revista francesa A Suivre y la italiana Linus en 1980. Título en italiano de la obra: La casa dorata di Samarcanda.


Solo hay una cosa en la cabeza de Corto Maltés cuando está descansando plácidamente en Rodas, a la sombra del obelisco: el Gran Oro. Un tesoro perdido de Alejandro Magno que andará entre las montañas de Afganistán y Pakistán, no muy lejos de la Casa dorada de Samarkanda, una cárcel que es un auténtico infierno y donde se encuentra prisionero un viejo amigo: Rasputín. Dorada por que solo se puede evadirse gracias a los sueños dorados que produce el hachís.

Corto en Rodas.

Haciendo equilibrismos entre patrullas francesas y el ejército turco, entre sociedades secretas nacionalistas muy peligrosas y viejos amigos y enemigos, además de encontrarse con su propio doble, que no es nada mas ni nada menos que un oficial turco famoso y cruel, Corto nos mostrará un año de su vida desde el Mediterráneo hasta Asia menor siempre con la aventura y el peligro como compañeros.

Realidad y sueño se entremezclan sin haber una línea muy definida entre ambos.


Ya le costó a Hugo Pratt terminar esta extensa obra, ya que la abandonó para realizar el proyecto de "La juventud" (ya comentado en este blog) y estaba plénamento inmerso en otra de sus grandes obras: "Los Escorpiones del Desierto", pero al final tenemos un mas que buen resultado en esta aventura de un año completo en la vida de Corto Maltés, desde Rodas hasta Pakistán.

Rasputín con sus huesos en la Casa Dorada de Samarkada.

Al igual que en "Corto Maltés en Siberia", Pratt se vio hipnotizado por un personaje. Si en la aventura en las heladas tierras de Rusia en pos de un tren del oro, el autor italiano quedó fascinado por el personaje del "Barón loco", Von Ungern-Sternberg, ahora lo está con Enver Pachá o Enver Bey, uno de los principales organizadores del genocidio que sufrieron los armenios por parte de Turquía (algo de lo que también es responsable el historiador Jean Mabire).


Resulta peligroso internarse en territorio controlado por el derrotado ejército turco.

A fin de cuentas, Hugo Pratt vuelve a jugar con nosotros, con constantes guiños, creando un doble de Corto Maltés en la figura del Chevket (al final Rasputín pudo cumplir su promesa - broma de "un día te mataré", pero todo con el deseo de que Corto no se cruce con su doble) y con la analogía entre su madre y Casandra, quien predijo las desgracias de Troya. Aunque la verdad no es mas que salvar a Rasputín de la carcel y encontrar un tesoro que nunca llegará en una de las analogías mas hermosas que he visto con la obra de Kipling ("El hombre que pudo ser rey" y que tiene una adaptación cinematográfica excelente, protagonizada por Sean Connery y Michael Caine).

El batallón armenio no dejará pasar la oportunidad de vengar a todo su Pueblo.

Es de destacar la reaparición de una vieja conocida como es Veneciana Stevenson, con un cambio de registro, olvidando su faceta homicida, quizás por estar embarazada.

Este es un pequeño resumen para uno de los cómics de Pratt que mas he disfrutado, con unos diálogos memorables y que dan muchas pistas sobre el pasado y origen del peculiar marino proveniente de Malta.

Raspa hablando del amor de Corto.

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