viernes, febrero 16, 2007

Mas reflexiones

No deja de ser curioso lo que pasa por la mente de uno a raíz de las vivencias que va teniendo a lo largo de los días, semanas, meses y años. Sobre todo si nos referimos a las relaciones personales, de la índole que sean.

Tengo el ejemplo, en la actualidad, de una persona (de la cual no voy a dar pista alguna para su identificación) con la que he llegado a tener una relación de confianza llegando, incluso, a comentarle una serie de intimidades que muy pocos conocen. Era algo que parecía que iba a durar, pero una vez más me equivoco. ¿Distancia? No, esa no es la razón, quizás este motivo haya sido el que ha permitido que la relación dure tanto. ¿Incompatibilidad de caracteres? Creo que sí.

Todo comenzó hace ya unos cuantos meses con una tontería. Un enfado, por su parte, nacido de algo que no tenía ninguna importancia y de lo que no era responsable, al menos, no concientemente, simplemente por que preferí a otra persona para comentarle mis problemas y se lo agradecí públicamente. Yo también me enfadé, aunque quise mantener la relación dejándola enfriarse un poco.

Al poco tiempo, la situación se recompuso como si no hubiera ocurrido nada. Fue solo un primer toque al pilar.

Pues hace nada, volvió a ocurrir otra tontería. Esta vez sí que no tenía ninguna razón de ser. El motivo fue una de las mayores estupideces que he oído. Un nuevo enfado por su parte totalmente ilógico, que me hacía sentirme culpable y buscar excusas a pesar de que no había nada por mi parte que me hiciera merecedor de tal sentimiento. Se mostró como la típica persona rencorosa que solo te dirige monosílabos, creyéndose poseedora de la verdad.

Fruncí el ceño muchísimo más que antes y decidí alejarme por completo, pero como soy tan idiota, decidí dar a esa persona una nueva oportunidad. ¡Qué error más grave! Aunque al principio pareció ir todo bien, pero… la susceptibilidad saltó como un resorte, con una presión incontenible, y por otra tontería, un malentendido.

Perdoné a la segunda, pero no olvidé. Y esta vez ya ha caído la gota que colmó el vaso de mi paciencia. No pienso pasar ni una mas.

El tiempo que pasé en compañía de esa persona no lo tengo como perdido. Para nada. Aquellos momentos de amistad quedan atesorados, pero no voy a seguir soportando lo mismo una y otra vez.

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