lunes, enero 22, 2007

Emoción y tranquilidad entre los parientes de los militares

«Van en un Rolls-Royce de los mares. La verdad es que si pudiese me iría con ellos». Las palabras de Antonio Freire, vecino de Valdoviño y padre de Víctor, un marino de veinte años que afronta su primera navegación larga, resumen el sentir general de los parientes y amigos de los marinos de la Álvaro de Bazán.

En el Arsenal hubo lágrimas, pero más de emoción que de miedo o tristeza. La confianza de las familias en las F-100 es alta y el temor a que pueda ocurrir un imprevisto es casi inexistente. Muchos, como Antonio, envidian la suerte de sus hijos. «Tiene veinte años y está en su mejor momento para conocer todos esos países tan lejanos. Para los que tienen familia e hijos debe ser más duro -asevera-, pero creo que si me lo propusiesen me apuntaría».

Muchos de los tripulantes son casi adolescentes, pero ya son veteranos. Bastantes lucen unos grandes parches azules en su brazo izquierdo. Atestiguan que ya tripulaban la Álvaro de Bazán cuando se unió al grupo del portaviones estadounidense Theodore Roosevelt en el lejano golfo Pérsico a finales del 2005.

(Fte. La Voz de Galicia)

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